EUTICHESBOOK 2023

UN EVENTO MOTERO DIFERENTE

No soy especial amante de encuentros moteros y eventos multitudinarios, me gusta la paz y la tranquilidad, poder trazar libremente, sin nadie entorpeciendo mi campo de visión ni mi marcha, pero la Eutichesbook representa la unión de la aventura de salir a recorrer carreteras desconocidas que vas descubriendo sobre la marcha interpretando el roadbook, al más puro estilo Dakar, con el equilibrio de participantes que garantiza poder pasarlo bien al estar el número de plazas limitado para evitar aglomeraciones y riesgos innecesarios.  

La Eutichesbook es un evento no competitivo de navegación con roadbook, que transcurre, principalmente, por las carreteras de la provincia de Tarragona, habiendo añadido, en estas últimas ediciones, parte de Teruel y Castellón. Este evento da el pistoletazo de salida a la temporada motera, siendo el primero de estos al realizarse anualmente a mediados de marzo.

Una vez más, tenía todo lo que necesitaba para esta 6ª edición así que no había excusa para perdérmelo …

Y LLEGÓ EL ESPERADO DÍA…

8:27 de la mañana, tomábamos la salida en la ciudad de Reus, centro neurálgico del evento desde la pasada edición.

Después de llenar los depósitos, las indicaciones del roadbook nos guiarían en dirección a la Mussara, una de las entradas al paraíso de curvas infinitas que encontramos en la Sierra de Prades, en Tarragona. Después de trazar sus míticas paellas, mundialmente conocidas por acoger el mítico Rally Costa Daurada, pudimos disfrutar de las vistas que nos ofrecía ese entorno privilegiado para acabar trazando el tramo que nos llevaría hasta Arbolí y, de ahí, dirección al embalse de Siurana.

Ya en Cornudella de Montsant cogeríamos la carretera que nos llevaría hasta Escaladei, un tramo técnico que enlazaríamos con la Vilella Alta, una de mis zonas favoritas por sus múltiples curvas enlazadas, una delicia para motos ágiles como la Honda Hornet que me acompañaba en esta ocasión.

De Cabacés hasta la Palma d’Ebre fue un tramo que nos puso a prueba los nervios ya que cogimos un grupo que nos ralentizó la marcha y decidimos parar hasta que se dispersaron porque, os voy a ser sincera, ese tramo es demasiado espectacular como para no disfrutarlo.

Esto supuso llegar los últimos al primer punto de control, pero había valido la pena.

LA REMONTADA

Esto de ser la última me encendió el instinto de salir a remontar, pero en el primer punto de control nos avisaron de que había cazadores en el siguiente tramo por lo que había que estar alerta y no fliparse más de la cuenta.

Llegamos a Bovera, yo seguía en mi territorio, en mi zona de pruebas, por lo que jugaba con la ventaja de conocerme el terreno, y eso nos permitió remontar rápidamente.

Camino al segundo punto de control, el roadbook nos llevaría dirección Maials, en Lleida, para seguir hacia la Granja d’Escarp, donde pudimos disfrutar del espectáculo de los árboles frutales en flor tan característicos de la zona en esta época del año.

RUTA

Después de cruzar el pantano de Mequinenza, tocaría adentrarse en una carretera secundaria dirección Maella. Sinceramente, no os recomiendo ese tramo a menos que llevéis una moto tipo trail con muy buena suspensión y, aun así, hay que llevar mil ojos o el mal estado del asfalto os puede jugar una mala pasada.

TODO IBA BIEN HASTA QUE …

No sé muy bien en qué momento, después del segundo punto de control, todo se torció.

Lo que tenía de bueno el roadbook en papel, es que no se le terminaba la batería, ni se podía quedar pajarito, algo que sí puede pasar cuando utilizas un viejo móvil para estas hazañas.

Y fue en ese momento, poco antes de llegar a media ruta, en algún punto cercano a Alcañiz, donde empezó a fallar el móvil y, con él, mi sentido de la orientación… Hasta que terminamos en un camino de tierra… y el móvil se apagó definitivamente.

Nunca confíes en la tecnología y ten siempre un plan B a mano… saqué mi otro móvil para intentar llegar al tercer punto de control mientras intentábamos que se recuperase el primer móvil –que era el único para el que tenía soporte en el manillar.

¿AÚN NO LLEGAMOS?

No fue nada fácil encontrar el tercer punto de control en Mas de las Matas y, como íbamos con retraso, pasamos de parar a comer y seguimos del tirón … llevábamos desde las 7 de la mañana sin sacarnos el casco pero el tiempo apremiaba y había que retirarse o seguir.

En cualquier caso, estábamos en medio de la nada, no había vía rápida que nos llevara a casa y… venía el tramo divertido de curvas, por lo que no nos costó mucho tomar la decisión de seguir el roadbook.

La parte negativa del tercer punto de control es que todo el mundo comía ahí por lo que fue imposible seguir el recorrido solos.

De Mas de las Matas hasta Vallibona estuvo entretenido a pesar del tráfico pero se truncó en la carretera que lleva a Rosell. Este es un tramo que también formó parte del recorrido de la pasada edición, si bien, en esa ocasión se hizo de bajada y en esta tocaba hacerlo de subida. Es un tramo con mucho encanto… si llevas la moto apropiada –y claramente no era el caso-.

La carretera de Vallibona a Rosell tiene unas vistas espectaculares pero el asfalto está en mal estado, hay mucha piedra suelta y algunos pasos de agua (secos) donde tienes que sacar tus dotes de endurero. Es un tramo que suele llevar a algún confiado a besar el asfalto por lo que hay que llevar cuidado… especialmente en lo que refiere a respetar a los que van más lentos (como yo) e intentar no tirarles al pretender adelantar donde no toca. Las maxitrails y toda su electrónica no son infalibles y también se caen… pero no hice video de eso ya que no es mi estilo.

RUTA

Llegábamos a Santa Bárbara, el punto donde se suponía que había que merendar, pero que nosotros también nos saltamos porque, para variar, íbamos al límite del tiempo del que disponíamos.

Generalmente, estos eventos se plantean de forma que lo complicado se hace antes de la comida y los últimos quilómetros sean más fáciles ya que es cuando la gente está cansada y hay más riesgo de cometer un error que te lleve a visitar un sitio distinto de la meta.

¿LO DEJAMOS A MEDIAS?

Nos llegamos a plantear coger la autovía y volver directo para que no se nos hiciera de noche – el exceso de confianza me había llevado a no coger la visera transparente y la noche con la visera oscura se hace muy dura- había que pasar por Reus y volver a casa e íbamos justos de tiempo.

Siempre he sido una persona que actúa más por impulsos que por sentido común, por lo que en el cruce, en vez de irme a la derecha y coger la vía rápida, decidí, de repente, girar a la izquierda y seguir el recorrido… pero a un ritmo más alto.

Fuimos encontrando grupos y adelantando, la vuelta fue muy fácil, mayoritariamente por carreteras principales, algo que se agradeció ya que, en ese momento, estábamos ya algo cansados de asfaltos rotos y aun nos quedaba todo el camino de vuelta a casa que, obviamente, hubo que hacer de noche.

Llegábamos a casa pasadas las 8, en plena oscuridad, con el trasero plano después de 800 km, con dolor de cabeza después de 13 horas sin sacarnos el casco ni comer ni beber nada (muy mal hecho, ya lo sé), pero habiendo completado el recorrido con éxito y con el correspondiente diploma que lo acreditaba.

Aunque, a decir verdad, el auténtico premio de la jornada fue la cena monumental que cayó ese día.